Recuerdo unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba:
“Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”.
Fragmento de la primer carta de Javier Sicilia.
Nos encontramos metidos hasta el fondo en esta inmundicia de violencia, corrupción, impunidad, cinismo político y nos preguntamos ¿porqué?
Por que hay un México oscuro, sombrío que padece de apatía social, que no reconoce el dolor de los demás ciudadanos. Reflexionemos con honestidad la clase de sociedad que somos y revisemos porque nos hemos permitido llegar hasta estas circunstancias. Nos cuesta mucho trabajo ver la miseria de millones de mexicanos en las comunidades alejadas de las grandes ciudades, incluso en la periferia de la ciudad se encuentran mexicanos sufriendo la nulidad de oportunidades de desarrollo personal y educativo. Nos cuesta trabajo solidarizarnos con las minorías, las comunidades gay, lésbicas, transgénero. No vemos las necesidades de los campesinos, la falta de escuelas rurales de calidad, de alimentos, de tecnología de tantas cosas. No vemos las necesidades de las personas con capacidades especiales, ni siquiera de los jóvenes.
Ya en tiempos de la violencia nadie vio como un síntoma de algo mayor la matanza de mujeres en Ciudad Juárez solo para empezar y después se ha extendido este cáncer hacia otros estados de la República. Nadie vio que el obsceno crecimiento de los "table dance", de los llamados giros negros llenos de niñas y adolescentes hasta ganar el vergonzoso primer lugar como destino de oferta sexual de infantes en el mundo era otro síntoma de la podedumbre.
Poblados enteros fueron sometidos a las demandas de las organizaciones criminales hasta ser tomados por ellos, por los demonios y perdidos por el Estado mexicano y nadie dijo nada.
Cuando empezaron a levantar a hombres, jóvenes, niños de poblados y autobuses de transportación turística y aterrorizar a la población con las desapariciones forzadas, tampoco nadie dijo nada.
No vemos nada, somos ciegos, no vemos con el corazón. Somos una sociedad que está pagando una vieja factura: la falta de solidaridad con nuestros hermanos de patria. Somos complejos y en muchas ocasiones tontos, nos ofende que un alguien de otro país le diga a los mexicanos flojos, cerdos o cualquier descalificativo porque pareciera que eso es privilegio de los propios mexicanos.
Escribo este texto con opresión en el pecho porque tenemos muchas deudas sociales, nos hemos abandonado unos a otros con nuestras causas y eso que estoy hablando de "las grandes causas" pero esto se teje en el trato cotidiano, en las muchas ocasiones que hemos visto cometer una injusticia y no decimos nada, sin importar incluso si se trata de la familia. Tenemos el otro aberrante primer lugar de violencia intrafamilar en el mundo. No queremos violencia y ni siquiera reconocemos que somos violentos en la vida cotidiana.
Si no nos reconocemos, si no vemos quienes y como somos no podremos avanzar como sociedad. Podríamos tener al mejor presidente gobernando (suponiendo que existiera) pero si nosotros no optamos por lo correcto, por el esfuerzo, por el premio al merito, por ser mejores seres humanos no avanzaremos ni un milímetro. Es importante tener políticos capaces, preparados, honestos, comprometidos, pero preguntemos ¿de dónde van a salir? ¿de esta sociedad enferma? continuemos con las preguntas, y reflexionemos ¿cómo llegamos hasta aquí?
¿Porqué hay trata de personas, porque hay demanda?
¿Hay tráfico de niños y niñas para la pedofilia, porque hay muchos pedófilos en México?
¿Hay tráfico y mercado de drogas porqué hay drogadictos en México?
¿Porqué hay tráfico de armas? ¿qué se está fraguando detrás de ese arsenal?
¿Los drogadictos también quieren que pare el tráfico de drogas en México?
¿Cuantas mujeres se deben matar en un país para que su pueblo salga a las calles a reclamar justicia? ¿Más de 4000 o 10mil mujeres?, porque esas son las cifras de mujeres asesinadas por feminicidio.
¿Cuántos poblados debe tomar el narco para que lo veamos como un gran problema?
¿Cuántas narcofosas serán necesarias para que le reclamemos al gobierno cambios en la estrategia contra en narco?
¿Porqué los narcos secuestran, matan y aterrorizan a ciudadanos de a pie y no a los gobernantes, ni municipales ni autoridades locales o estatales?
¿Porqué los políticos que hacen las estrategias de seguridad deben traer un pelotón de guaruras para protegerlos?
¿Porqué no se hacen leyes que quiebren la economía del crimen? ¿sería un crimen para quienes hacen estas leyes?
La lista de preguntas sería interminable. Dijo Javier Sicilia el domingo pasado que hemos perdido la dignidad y estoy totalmente de acuerdo, pero no la hemos perdido solo por habernos permitido gobernantes, políticos y autoridades de justicia tan mediocres; hemos perdido dignidad porque somos un pueblo sometido a nuestros miedos personales, a la desconfianza cercana, a la falta de solidaridad, a la apatía social. Somos un pueblo que no se sabe querer, que no avanza en grupo y que no el importa el bienestar y el éxito de quien está a su lado.
Diferente a todo lo que anteriormente he escrito pareciera este texto fatalista, pesimista pero no, no es así, mi propuesta es que nos encontremos en alguna parte de esta líneas y en lo privado haya un reconocimiento, una reflexión y tal vez solo tal vez, esto nos anime a ser parte del cambio.
El verdadero éxito de toda revolución y evolución no está en lo que hace una sola persona, está en la suma de cada persona que se mueve hacia el cambio positivo, constructivo, creativo, productivo, ésta inercia es tan fuerte que haría temblar a cualquier dictador.
Responde una sola pregunta a diario ¿que hice hoy por otro mexicano o mexicana? y entonces podremos presumir de ser un país que ama a México.
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