Operación “Juanitas”


La operación “Juanitas” es decir “ganas la elección y te vas” fue tema de debate en el pleno del senado, porque hay trampas dijeron los panistas.

Claro que hay trampa una vez más tomaron a las mujeres como estandarte de la equidad, como trámite para cumplir con las reglas de equidad en el número de candidatas con el que deben cumplir los partidos. Pero la realidad es que todo es simulación y cinismo de parte de las dirigencias de los partidos y peor aún de las mujeres que se prestan a esas sucias formas de usar a sus congéneres.

Pero quizá lo más delicado radica en el engaño a las y los votantes, pues se elige a una mujer con el afán de tener representación femenina en las curules pero cual es la sorpresa: ninguna, otra vez nos engañaron no tendremos suficiente representación de y por las mujeres.

Efectivamente otra vez nos vieron la cara de huellas digitales, nos embabucaron con bonitas pancartas con rostros femeninos que no eran más que el escalón por el cual subirían los suplentes (varones la mayoría de ellos) a la anhelada curul y para cuidado de intereses bien conocidos.

La solicitud de licencia indefinida que presentaron 10 diputados federales, ocho de ellas mujeres, para permitir la llegada de sus suplentes, la mayoría varones, fue reprobada por diversos sectores.

Se trató de dos diputadas del PRI, Ana María Rojas y Yulma Rocha; cuatro del PVEM, Carolina García Cañón, Mariana Ivette Ezeta Salcedo, Laura Elena Ledesma y Katia Garza Romo; una del PT, Anel Patricia Nava, y otra del PRD, Olga Luz Espinoza.

Garza Romo dejaría la curul a su esposo, Guillermo Cueva Sada. Ezeta Salcedo la cedería a su hermano Carlos, quien fuera consejero de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión.

En política las casualidades no existen, es tan grotesca la sesión de la curul a esposos y hermanos que nos damos cuenta como estamos rodeados de políticos manipuladores, truculentos y cínicos que burlan una de las estructuras políticas más caras que tenemos en México: el IFE. De tal forma que las mexicanas y los mexicanos pagamos un altísimo precio por cada voto, lo cual es dinero en la basura ya que la desición  final no la emite el pueblo con su voto la deciden las fuerzas económicas, los monopolios económicos y hasta las carreras políticas de algunos “presidenciables” bien representados en las curules y bien planeadas con la operación “Juanitas”.


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